Características del conocimiento científico

¿Qué características tiene el conocimiento científico? 

El ser humano puede conocer el mundo que le circunda a través de muchas maneras: la magia, la religión, la intuición o el sentido común son formas de conocimiento cuyo objetivo es (como también en el conocimiento científico) explicar la realidad para entenderla mejor. 

Se trata de formas de conocimiento basadas en creencias, mitos, sentimientos, incluso en algunas observaciones casuales. Según King, Verba y Keohane (1994), el conocimiento científico se diferencia de estas otras formas de conocimiento al menos en cuatro características fundamentales: se basa en la observación sistemática de la realidad; trata de inferir conclusiones aplicables más allá de aquello que observa; produce conclusiones inciertas y provisionales; y es público y transmisible. 

El conocimiento científico se basa en la acumulación de información empírica, es decir, obtenida a través de la observación de una parte de la realidad. Si, por ejemplo, el objeto de estudio son las revoluciones sociales (Skocpol, 1994), una de las primeras labores del investigador sería recoger información, de la manera más sistemática posible, relativa a la forma en que surgen y se desarrollan, sus contextos, protagonistas o consecuencias.  

Si los politólogos dispusieran de medios, energías y tiempo ilimitados, lo ideal sería observar los aspectos relevantes de todas las revoluciones que han sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, ordenándolos en un modelo descriptivo o explicativo de las revoluciones que permitiera conocer por qué surgen, cómo se desarrollan, o a qué situaciones pueden conducir. Pero la observación de la realidad en toda su amplitud y complejidad es, evidentemente, imposible. El conocimiento científico debe basarse, para establecer sus conclusiones, en la observación de una parte (la mayoría de las veces pequeña) de la realidad. A partir de esa limitada parte de la realidad que sí puede observarse, se intenta inferir descripciones y/o explicaciones que sean válidas más allá de lo que se ha observado directamente. 

En el ejemplo anterior, la observación de uno, dos o tres casos concretos nos debería permitir aproximarnos al fenómeno de las revoluciones sociales en general, para conocerlas mejor. Así, el análisis de cualquier aspecto concreto de la política (una revolución, un partido, una elección, una política pública, etc.) tiene relevancia académica en la medida en que su estudio nos permite profundizar en el conocimiento de la generalidad (las revoluciones, los partidos, las elecciones, las políticas públicas, etc.). En otras palabras, el método científico conduce a la elaboración de descripciones o explicaciones generales a partir de observaciones parciales pero sistemáticas y cuidadosas.

 El salto de la observación concreta a la conclusión general se denomina inferencia y es un elemento central del conocimiento científico. Como argumentan King, Keohane y Verba (1994: 9), el conocimiento científico es un proceso imperfecto por definición: si sólo se puede observar parte de la realidad, no es posible obtener conclusiones de las que estar seguros al cien por cien, para la totalidad de los fenómenos no observados. Un investigador debe ser consciente de esta limitación, e indicar en qué medida sus conclusiones son inciertas. La incertidumbre inherente a toda conclusión producto de una investigación científica implica que ésta es, por naturaleza, provisional. 

La ciencia debe siempre estar abierta a que nuevos hallazgos alteren las teorías que hasta la fecha se han considerado como válidas. La posibilidad de que nuevas investigaciones observen aspectos de la realidad hasta el momento desconocidos o poco estudiados, empuja al investigador a reconocer el carácter incierto y provisional del conocimiento científico. 

La incertidumbre del conocimiento científico procede además de otra de sus características: la realidad siempre puede contradecir nuestras expectativas. De hecho, para algunos, la pregunta fundamental que debe plantearse un investigador es la siguiente: "¿qué evidencia empírica haría rechazar la hipótesis de trabajo?" 1. Si no podemos imaginar una situación en la que la observación de la realidad pueda contradecir las expectativas del investigador.

 La principal aportación metodológica del conductismo a la ciencia política es esta pregunta  que volver a replantear ésta en su totalidad, ya que la investigación no estaría basada en hipótesis falsables (Popper, 1999). Por muy convencido que se esté, por ejemplo, de que la democracia proporciona más desarrollo económico y bienestar a la ciudadanía (Maravall, 1995), y por mucho que las observaciones que se hayan efectuado con anterioridad vayan en el sentido que se espera (es decir, verifiquen que la economía funciona mejor en los sistemas democráticos con respecto a los no democráticos), es posible imaginar una situación en la que la realidad contradiga la hipótesis inicial. Al margen de lo que suceda en la realidad, podemos imaginar democracias con niveles de bienestar y desarrollo inferiores a los de sistemas no democráticos. Quizá una situación de ausencia de relación entre democracia y bienestar no llegue a darse nunca en la realidad observada. Pero lo que nos interesa aquí es que la hipótesis es plenamente falsable, puesto que es posible imaginar una situación en la que no se verifica. Finalmente, la investigación científica no es una labor individual. Ni siquiera cuando el investigador trabaja solo (el caso más significativo es el de un doctorando) puede permitirse ignorar el hecho de que su contribución debe incorporarse al conjunto de trabajos que sobre su ámbito de estudio han sido elaborados previamente. Debe tenerlos en cuenta, ya sea para aceptarlos y completarlos, ya sea para criticarlos y rechazarlos. A su vez, su propio trabajo será tenido en cuenta por otros investigadores. 

Todo ello requiere que el trabajo realizado sea transmisible y que, además, se haga público. Los principios de transmisibilidad y publicidad de la investigación científica se refieren no sólo a la capacidad de publicar trabajos en las editoriales y revistas con difusión entre los profesionales de la disciplina, o incluso entre un público más amplio. Se refieren, sobre todo, a la capacidad de hacer explícitos los procedimientos a través de los cuales se obtienen los datos, se analizan los mismos y se llega a obtener conclusiones. Todos los procesos investigadores, desde los más formalizados y cuantitativos hasta los más cualitativos, están repletos de situaciones en las que el investigador debe optar entre diferentes alternativas: qué variables observar y cuáles ignorar, cómo seleccionar los casos, qué fuentes de datos utilizar, qué técnicas de análisis emplear, etc. Cada una de estas decisiones tiene consecuencias importantes en los resultados de la investigación, y todas ellas constituyen elementos esenciales para poder evaluar las conclusiones de cualquier trabajo. Sin el conocimiento detallado de estos procedimientos, no es posible realizar una interpretación y una valoración de las consecuencias y limitaciones de una investigación. Si éstos no se hacen claramente explícitos, es imposible que la comunidad científica evalúe la validez y el grado de fiabilidad que se debe otorgar a un estudio. 

El conocimiento científico: • se basa en la observación sistemática de una parte de la realidad; • intenta inferir descripciones y explicaciones válidas más allá de lo observado; • es incierto y provisional; • es público y transmisible. 


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar